Pie de foto: Alegoría de la Prudencia. Cuaderno italiano. 1771.
Juego con la ambigüedad del título porque se refiere a las Notas que he ido escribiendo sobre GOYA, y porque este término de los “Apuntes” es el que más me gusta de la pintura, de todos los grados del dibujo, porque en los bosquejos, croquis o bocetos está todo.
Los “Apuntes” son un género sin género, un grado dentro de la jerarquía clasista de la pintura –porque todos nos rendimos ante un óleo o un edificio acabado, una talla esculpida en sus mínimos detalles- mejor que ante unos garabatos que puede que nada nos digan si no conocemos el desarrollo posterior de la obra, si no conocemos la manera de resolver los problemas que le plantea cada una, el pulso que le supone al artista, el reto, el vértigo. Pulso como pugilato y en el sentido de la firmeza de la mano.
No hablo del temblor neurológico, medular, sino el que es como hálito de vida pues no otra cosa significa ser creador. Del temblor como conmoción, algo parecido a un relámpago que desde el cerebro va directamente al papel.
Los “Apuntes”, en sí mismos constituyen un corpus resuelto con las piezas claves que van a constituir la obra definitiva, y por tanto la mejor manera de conocer a un autor, ver el interior de su mente mucho mejor que cualquier Resonancia Magnética con contraste radiactivo o cualquier otra prueba inventada hasta la fecha.
Puede que el resultado final de un asunto nada tenga que ver con los primeros trazos, manchas, puntos, figuras y formas indefinidas, pero ¡cuánta verdad hay en ellos! Se notará la vibración de la muñeca/dedos, las huellas que dejan en la escayola, la imprecisión de los primeros planteamientos, tan lejanos a veces de los últimos, cuando nada tienen que ver con lo que se imaginó al principio o durante el proceso.
Si hiciera una película sobre GOYA, comenzaría por enfocar las barras de sanguina, carboncillo, tizas, grafitos, lápices duros y blandos sobre el papel de algodón de mayor o menor alcalinidad, grosor, textura,…en el instante justo en que empieza a definir su impronta. Captaría fotograma a fotograma, cada uno de los trazos que van a ir emergiendo como si estuvieran dentro del caballete, debajo de la mesa, en el reverso de la lámina. Un film de animación sordo y mudo, como él mientras los hacía. Si acaso, sólo con el sonido de la punta del instrumento rayando, desvirgando la página, penetrándola con los colores que progresivamente ha ido utilizando, y en cualquier caso, aumentado los decibelios de ese sonido, contabilizando los kilohercios de frecuencia.
Tendría en cuenta los fallos, los arrepentimientos, los borrones, las gotas de tinta que caen en cualquier parte y lo han estropeado por completo, los colores que no siguen lo que les exige el tema. En fin, todo lo que no se ve en la obra acabada pero que ha vivido mientras intentaba sacarla a adelante. Lo titularía: “GOYA: la obra inacabada”, porque estoy teniendo en cuenta ahora no sólo al GOYA de su primera época, no al que va a recurrir a réplicas antes de fijar el tema, no al que se ejercita con ellos, sino el que va a atravesar todas a lo largo de su vida. Lo estoy considerando también no en el impresionismo que preludia en sus últimas, cuando ya la imagen ha dejado de tener sentido y lo que prevalece es el acto físico, emocional, racional, irracional, ... de pintar.
La eternidad de GOYA residirá precisamente aquí, en retarse a diario, vencer la adversidad, sobreponerse a ese ring que es el lienzo y a su propia vida. Su intemporalidad, irá más allá de él y de su obra, porque está llena de todo esto y de más, de mucho más, como intentaremos juntos ir desentrañando. Cada uno de sus óleos, litografías, aguafuertes, aguadas, aguatintas, grabados, … daría para una monografía completa. Cada uno de los apuntes que dejó, también. Con él puedes estar segurx que no te aburrirás jamás y que mientras más preguntas te suscite, más respuestas te darás sobre ti mismx.
Se le atribuyen más de 2.000 obras, pero serán muchas más, bastantes lamentablemente perdidas, mal catalogadas, mal vendidas y entre estas por el hijo que le sobrevive. Hojas sueltas, papeles improvisados, cuadernos dispersos, …nos aguardan.
Pero atención a las falsificaciones, a ese GOYA que se confunde con sus coetáneos y discípulos: LOS BAYEU, CORRADO GIAQUINTO, AGUSTÍN ESTEVE, VICENTE LÓPEZ, ANTÓN RAFAEL MENGS, GIOVANNI BATTISTA TIÉPOLO, ASENSIÓ JULIÁ, …, a ese que es fácil de imitar, precisamente de la primera y la última etapa: las más indefinidas en cuanto a la forma y la desintegración de la misma. Antes y después de sus plenitudes, porque incluso en aquellas (la 1ª y la última), por más que quieran los “inversores”,…cantan mucho las copias que se hacen hasta hoy. El mundo del Arte, está lleno de atribuciones,…pero GOYA será siempre GOYA, el halo de misterio con que envuelve sus creaciones.
TERESA LAFITA