Antonio Rendón . La Cofradía y Hospital de Mareantes de Sevilla, institución clave en la historia marítima de la ciudad, tiene sus orígenes documentados desde 1555 y aprobó sus primeras reglas en 1561 bajo la advocación de la Virgen del Buen Aire. Reunía a maestres, pilotos y capitanes de la Carrera de Indias, combinando una triple función: devocional, asistencial y socio-política.
Su primera sede estuvo en Triana, con hospital e iglesia propios, convirtiéndose en hermandad de penitencia en 1596 con salida el Miércoles Santo. El crecimiento de la corporación llevó a fundar filiales en América y, en 1682, a trasladarse a los terrenos donde se levantó el actual Palacio de San Telmo.
En 1681, por real cédula de Carlos II, se creó el Real Colegio Seminario de San Telmo, destinado a formar huérfanos y jóvenes pobres en las artes náuticas, germen de una marina más profesional. De allí salieron durante más de 150 años más de 3.500 marineros y pilotos, en su mayoría andaluces.
Tras pasar a manos de los Duques de Montpensier y luego de la Archidiócesis, el Palacio de San Telmo es hoy sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía y alberga un museo que recuerda a aquellos Mareantes que llevaron el nombre de Sevilla y España por los mares del mundo.
Un año más, la Hermandad de Mareantes del Sur celebró el XIV Acto de Homenaje a la Virgen del Buen Aire, una cita que reúne a marinos y mareantes en torno a una tradición secular, recuperada tras más de dos siglos de silencio.
La ceremonia tuvo lugar en la capilla del Palacio de San Telmo de Sevilla, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, donde se venera la talla original de la Virgen del Buen Aire, obra del maestro sevillano Juan de Oviedo y de la Bandera (1628).
La Hermandad, con sede en Puerto Gelves, reeditó así un rito con raíces en 1569, cuando los marinos de la Universidad de Mareantes estaban obligados a acudir a honrar a su Patrona bajo pena de “media libra de cera blanca” si faltaban al compromiso. Aquella tradición se mantuvo hasta la desaparición de la Universidad en 1793, y gracias al empeño de los Mareantes del Sur se ha recuperado desde hace catorce años.
El acto fue conducido por Joaquín Prada Pagola, conocido como “Tinta”, portavoz de la Hermandad y capitán del buque insignia “Jasón II”, quien dio paso a distintas personalidades que fueron subiendo al altar para pronunciar unas palabras y sumarse al homenaje.
La ceremonia estuvo acompañada por música de violín, lecturas históricas sobre las instituciones que dieron forma a la vida marinera de Sevilla —la Hermandad de Nuestra Señora del Buen Aire, la Universidad de Mareantes y el Real Colegio Seminario de San Telmo— y una nota entrañable: la intervención teatralizada de niños estudiantes que, entre cantos a San Telmo, recordaron el espíritu formativo de aquella época.
En el transcurso del homenaje se nombró a varias personalidades dentro del ritual de los Mareantes: Ángel Oliveros, Celestino Viral, Francisco García, José Antonio Aguayo y Pedro Sánchez Pérez, hermano mayor del Carmen de Calatrava de Sevilla 2025.
La ceremonia alcanzó su punto más emotivo con la entonación de la Salve Marinera, que otorgó al acto una profunda dimensión espiritual. El cierre vino de la mano de la invitación a todos los presentes para dejar constancia de su paso en el libro de firmas.
Entre las autoridades y entidades asistentes se encontraban representantes de la Marina de Sevilla, miembros de la Real Liga Naval Española —con su delegado en Sevilla, Jesús Lamia Gómez—, la Cámara de Mareantes de Sevilla con su presidente Francisco José Rodríguez Roldán “Compás”, la Hermandad Nacional Monárquica presidida por Juan José Martín López, y la Comandancia Naval de Sevilla representada por su segundo comandante, Juan José Valero Rodríguez Lacalle. También asistieron el hermano mayor del Carmen de Calatrava de 2024, Pedro Sánchez Pérez, así como un nutrido público vinculado al mundo de la mar.
Con este acto, la Hermandad de Mareantes del Sur renueva su compromiso con la historia y la espiritualidad marinera de Sevilla, manteniendo viva una tradición de más de cuatro siglos que sigue uniendo fe, cultura e identidad marítima.
Foto Antonio Rendón Domínguez